sábado, 3 de octubre de 2009

NIÑOS Y ANIMALES, EN LA MISMA JAULA : UNA SOCIEDAD INDOLENTE QUE SOLO PIENSA EN GANAR "MAS" DINERO


“¿Por qué te preocupa el bienestar de los perros si hay tantos niños hambrientos?”, es algo que escucho y escuchamos todos los defensores de animales, cada día. Se pretende que son dos problemas diferentes, uno los niños, otro los perros. Yo creo que es un solo problema que se reduce a la crisis del hombre y de los tiempos que vivimos. El planeta da alimento para el niño y para el perro, pero no lo lleva a sus bocas. Son sus padres y sus amos, sus gobernantes y sus pastores, sus líderes y sus ilusionistas los que hacen mal reparto de los bienes y de la justicia.
No sólo los perros y los niños necesitan ayuda y amor. Hay ancianos, seres hambrientos, individuos enfermos, hombres tristes, solitarios, encarcelados o adictos a las drogas que mendigan su cuota de solidaridad. Y no es quitarle alimento a los perros para darle a otros desamparados la solución milagrosa para todos los males. Nada se va a solucionar en el mundo del egoísmo y la perversidad mientras la conciencia de la humanidad no camine hacia otros rumbos”.

Cotidianamente nos vemos involucrados en discusiones de esta índole, sobre si es más ético “ayudar a los animales” o “ayudar a los humanos”. La mayoría de las veces, se establece la problemática –arbitrariamente- como una dicotomía insoslayable, la cual no da lugar a la creación de un pensamiento-espacio desde donde aunarlos en una visión global.
Por un lado tenemos a quienes no quieren hacer nada a favor de los humanos, y prefieren dedicar su tiempo sólo a los temas relacionados con los animales. Es respetable la postura, pero… pensemos un poco: los animales no pueden decidir por sí mismos, irremediablemente, necesitan de los humanos. Para lo cual se vuelve fundamental educar, especialmente a los niños, en el respeto hacia el otro, sea de la especie que sea, sea de la raza que sea. Deben comprender que el respeto es uno y es por la VIDA. Y esa tarea educativa es responsabilidad de nosotros, los adultos.
Por otro lado, tenemos a quienes critican a los que hacen algo por los animales, y constantemente se los está exhortando a que ese esfuerzo lo destinen a salvar niños, desvalorizando el accionar “animalero”. Muy probablemente los más férreos críticos, no hacen más que eso: enunciar su pensamiento desde algún cómodo sillón, sin hacer nada, ni por animales ni por niños…
Quienes participan en asociaciones y grupos que luchan contra el maltrato y explotación infantil, saben muy bien que los abusadores son personas frías e indolentes, incapaces de ponerse en el lugar del otro. Está comprobado que muchas veces se han iniciado en la violencia, o incluso en el crimen, torturando, maltratando y asesinando animales.

Por eso, como siempre decimos, necesitamos cambiar nuestra mirada. Y el cambio al que se aspira es global. Entonces, basta ya de la absurda disyuntiva “niños o animales”, de apelar una y otra vez a una antítesis que no existe. BASTA. No es “niños O animales”. Es niños, Y jóvenes Y ancianos Y adolescentes Y gatos Y perros Y caballos Y vacas Y cerdos Y… En definitiva animales humanos y no humanos. No hay diferencia.




Por los animales no humanos,
por los humanos, por el planeta

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